Cristóbal Orellana
Vivo en Jerez. Cada día veo el severo impacto de las políticas económicas del PSOE y del PP sobre los trabajadores y trabajadoras de esta ciudad, a lo que hay que añadir los preocupantes gestos policiales (en Caulina, en la puerta del Ayuntamiento, etc.) del nuevo Subdelegado del Gobierno en la provincia.
El panorama es dantesco y sobrecogedor. Cádiz es la provincia con más paro en toda España. La desesperación y el dolor aumentan mientras, en una peligrosa huida hacia adelante, las autoridades tararean, como distraídas, viejos estribillos liberales de 1812.
Hoy, lo confieso abiertamente, la emoción me embarga, pero no solo porque ahora estoy afectado directamente y este mes -agobiado por los impagos del Ayuntamiento- ya no he podido afrontar la manutención de mis tres hijos a la vez que me veo sometido a serias dificultades respecto al pago de la hipoteca del piso donde vivo, sino también porque la mayoría de mis conciudadanos están en estas mismas condiciones o aún muchísimo peor que yo, es decir, sufren desempleo de larga duración, desahucios, amenazas de despidos, ausencia de prestaciones sociales, sueldos miserables, impagos, índices de pobreza alarmantes…
El gobierno de España, obedeciendo directrices económicas del FMI y de los grandes intereses financieros, no duda en quitarnos el pan de nuestra boca y de la de nuestros hijos al tiempo que entrega miles de millones de euros a la banca y nos dice, por increíble que parezca, que así saldremos de la crisis.
La emoción me embarga, ya lo he dicho, pero sorprenderme no me sorprende ni un milímetro lo que puede dar de sí el Capitalismo y sus oscuras argucias de siempre, ni me coge de improviso que la codicia y la insolidaridad profunda de unos cuantos nos esté llevando a situaciones sociales extraordinariamente negativas. Tampoco me sorprende que me digan, que nos digan a todos los millones de personas que en este país lo pasamos mal, que “estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades” o que -y a esto lo llamo yo puro cinismo- ahora toca “austeridad”.
Como era de esperar, algunos aprovechan para tratar de arrinconar a los sindicalistas, o para criminalizar las contestaciones sociales, o para acusar de “antisistemas” a quienes decimos que aquí se están vulnerando gravísimamente los Derechos Humanos más elementales, etc. Por su parte, el gobierno local, paralizado, nos pide “mesura” y prepara quién sabe qué medidas.
Pero, ¿cómo me iba a sorprender de nada de todo esto si, con todo detalle, he visto lo que ocurría –con las duras consecuencias sociales que ahora pagamos– respecto a la crucial quiebra del negocio del vino, espina dorsal de la economía de Jerez durante siglos?.
Un tanto deslumbrados por los fuegos de artificio del boom inmobiliario, hemos vivido esta estratégica quiebra paso a paso, escena a escena, año tras año. La guinda definitiva: el cierre de la fábrica de botellas a fines de 2009. Históricamente, en Jerez sabemos bien, a través del mundo del vino, lo que es la globalización de los mercados y cómo, a pesar de la riqueza de algunos, el pueblo padece duras necesidades y angustias.
No, no me sorprende la violencia organizada que “los mercados” han planeado y ejercen sobre nosotros, ni tampoco que aquí en mi ciudad haya gente, me refiero a gente honesta y bienintencionada del PP y del PSOE, que, ofuscada con sus batallas electorales, no quiera abrir los ojos y reconocer que este sistema político y económico no solamente es un fracaso, sino un inmenso peligro (que incluye tres bases nucleares a nuestro alrededor) para nuestro futuro más cercano. Si no he interpretado mal su mensaje, creo que todo esto ya lo ha dicho claramente el movimiento 15M. A lo que añado: ¿no tendríamos que hablar también, sí, justo en este momento, de las responsabilidades de los gobernantes de la Unión Europea en el cambio climático, las guerras y el hambre en medio planeta?. Y aún dos preguntas más que vienen, a mi entender, muy muy al caso: ¿cómo se venden decenas de miles de millones de euros en armamento a Grecia si la gente apenas tiene para comer?, ¿cómo España debe 40.000 millones de euros -además del presupuesto militar anual- en concepto de armas y de participación en guerras…?. ¿Qué clase de sistema inhumano y enloquecido estamos manteniendo?.
Mi hijo mayor -él sí sorprendido- me preguntó hace unos días: pero papá ¿qué estáis haciendo para arreglar todo esto?. Luchar exigiendo justicia, Esteban, le dije, pero sin olvidar ni un segundo, ni siquiera un segundo, que nuestra manera de luchar, hijo, se refiere al cumplimiento de los Derechos Humanos, lo que incluye un respeto sagrado a la integridad de todas y cada una de las personas que componemos esta comunidad a la que llamamos Jerez. Le añadí algo más: ese respeto radical a la integridad de todas las personas es el único camino que puede conducirnos a una solución.
Cristóbal Orellana
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