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6 jul 2013

Una arpía en la Moncloa con wasap

“Todos quieren vivir felizmente, hermano, pero al considerar qué es lo que produce una vida feliz caminan sin rumbo claro. Pues no es fácil conseguir la vida feliz, ya que uno se distancia tanto más de ella cuanto más empeñadamente avanza, si es que se da el caso de haber equivocado el camino; y la misma velocidad resulta causa de su mayor alejamiento.”


Lucio Anneo Séneca

Peter Magnus


Un buen párrafo para comenzar el artículo de la semana, pero ¿qué tengo que ver yo con él, o con la felicidad? Yo probablemente nada, o bien poco, porque si soy feliz es que Soy, y si infeliz es que Soy, o lo que es lo mismo tanto de la felicidad como de la infelicidad se aprenden cosas para la paz mental.



Pero no hablaré de mí, sino de la sociedad en la que parece prioridad absoluta ser feliz a toda costa sin pensar en las consecuencias de lo que haya que hacer para conseguirlo. Está claro ya que la sociedad ha sido minada y descuartizada en la mesa de operaciones de los cirujanos del mundo, que son los que ostentan el poder, claro está que la clase obrera ha sido lobotizada, robotizada y esclavizada y convertida en sociedad servil; la clase media ha sido empujada a un escalón más bajo del que hasta ahora había ocupado, los obreros, como ya he dicho, han pasado de tener privilegios y derechos, a ser unos meros lacayos, números que producen o que cuando no lo hacen son, simplemente, enviados al patíbulo de la inestabilidad laboral, arma creada por las empresas para mantener el yugo sobre los cuellos de los indefensos obreros que han sido vendidos por sus sindicatos al mayor postor como si de cabezas de ganado se tratara.


¿Cómo va a ser la gente feliz en una sociedad enferma como esta? Lo he dicho muchas veces, mientras en el mundo se muera un solo ser humano de hambre, y otro se gaste quinientos eueros, por citar un ejemplo, en una botella de vino, creo que no habrá remedio para la vorágine que se avecina.


Cuando viajo en tren, medio que suelo usar bastante, por no tener coche, y no gustarme el autobús, o los aviones, (siempre intento evitarlos en la medida de las posibilidades del viaje), observo a la gente y no veo felicidad en sus caras, se muestran taciturnos, ensimismados en sus problemas, o como monos amaestrados pulsando botones en esos dichosos aparatos que dicen que te comunican con el mundo, cuando te incomunican con tu entorno más cercano. ¿Han probado alguna vez, cuando entran en el tren, o en el metro, a gritar buenos días, buenas tardes o buenas noches…? Pues si lo hacen se sorprenderán de la reacción de la gente.


¿Qué es eso del wasap? Para mí, que lo tuve instalado en mi móvil y que luego desinstalé, es una manera de mantenernos controlados, y la gente sube fotos del tipo “ahora estoy aquí tomando una caña”, o “voy por la calle tal”, y además te dice en todo momento cuándo fue la última vez que tus contactos lo han usado, y para mí eso no es más que convertirnos en espías de todos nuestros amigos, y no faltarán aquellos que me digan que el wasap tal y que cual y que es una buena herramienta de comunicación, ¡¿Ah sí?!. He visto, no solo a jóvenes, sino también a adultos sentados en grupo a mesas, o en parques, todos con el móvil en la mano, enviando wasaps a, imagino, los que nos están presentes pero con los que sí lo están no se comunican, al menos yo no les escucho hablar, bueno entonces no veo qué ventajas pueda tenar una cosa que nos aleja en lugar de acercarnos como dice el párrafo del principio a la felicidad, sin que nos demos cuenta nos han convertido en simples monos amaestrados, espías y espiados, por todo y todos, ¿a eso le llamen ustedes progreso, evolución? No lo creo desde que descubrí que había una harpía en la Moncloa, que está preparando el terreno para que pronto no tengamos derecho a tener el derecho, perdonen la redundancia, de ser hombres libres, hombres al fin y al cabo humanos.


Mientras yo he escrito este artículo han corrido por las redes invisibles millones de wasaps, y millones de inocentes han muerto, sin que a nadie le haya temblado el dedo al escribir su wasap, otra arma más de atomización de la sociedad moderna donde vale más tener wasap que tener CORAZÓN para albergar BUENOS SENTIMIENTOS, para actuar en consecuencia.


En la Moncloa hay una arpía que cada segundo un wasap me envía… “estoy con periquito comiéndole un poquito…”.


Peter Magnus

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