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30 jul 2012

Cayetano de Mergelina y Luna (1891-1962), un arqueólogo sanluqueño de primera línea

José Mª Hermoso
Generalmente nos gusta resaltar la figura de eminentes personajes nacidos en Sanlúcar en épocas lejanas que destacaron bien en las armas, en las artes o el política. Sin embargo, suele ocurrir que olvidamos a otros que tenemos más cercanos en el tiempo y que destacaron en sus actividades científicas o profesionales.





Como ejemplo de uno de estos hoy casi olvidados sanluqueños tenemos la figura de Don Cayetano de Mergelina y Luna, nacido en Sanlúcar en 1891 y que fue uno de los arqueólogos españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, así como Catedrático de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Valladolid y director del Museo Arqueológico Nacional.

Etapa como arqueólogo (1915-1936)

Cayetano de Mergelina nace en Sanlúcar el 9 de junio de 1891 donde permanecerá hasta los 13 años cuando tras la muerte de su padre se traslade a Yecla (Murcia), donde vivían sus tíos paternos. Es en Yecla donde cursa el bachillerato para luego trasladarse en 1911 a Madrid donde cursará la carrera de Derecho y Filosofía y Letras consiguiendo la licenciatura en 1915. Por su dedicación al trabajo es escogido como ayudante por el catedrático Manuel Gómez Moreno que siempre le mostró un gran afecto. Como quedó recogido en la biografía del mismo Gómez Moreno este lo calificaba como un gran trabajador de genio vivo y gracejo andaluz. Este entusiasmo por el trabajo se refleja en la anécdota que Elena Gómez Moreno escribió en la biografía de su padre. Tras asistir en 1924 junto a la familia de Gómez Moreno a la conferencia impartida en Madrid por el británico Howard Carter sobre la tumba de Tutankamón, Mergelina le comentó a Elena que le sorprendía la falta de apasionamiento del británico a la hora de contar su descubrimiento de la tumba.

Como ayudante interviene en su primera excavación en un yacimiento de la edad del bronce en Yecla. Este interés por la arqueología de campo le llevó a participar junto con los más importantes arqueólogos europeos de su tiempo como Pierre Paris y George Bonsor en la necrópolis romana de Baelo Claudia entre 1917 y 1921. Al año siguiente dirige la excavación de la necrópolis tartésica de Antequera, publicando luego un estudio de los materiales “La necrópolis tartesia de Antequera”. Durante estos años compagina estas campañas con la de los dólmenes de la Janda. Esta excavación sirvió para que dedicara su tesis doctoral a La arquitectura megalítica en la península Ibérica leída en 1920 y premiada por la Universidad de Madrid.

Su actividad de campo no terminó con su tesis, al contrario se incrementó. En 1925 realiza uno de sus trabajos más importantes, excavando en el Santuario Ibero de la Luz en Murcia donde aparecieron numerosos exvotos de bronce del siglo III a. C. Este descubrimiento orientó su trabajo hacia el periodo de la protohistoria y la cultura íbera. A la misma vez que practicaba la arqueología se presentó y ganó la cátedra de Arqueología, Numismática y Epigrafía de la Universidad de Valladolid en 1925. Tras conseguir esta, compaginó la docencia con la creación del Seminario de estudios de arte y arqueología en la universidad vallisoletana sin abandonar la actividad de campo con excavaciones en las provincias de Murcia, Jaén o Pontevedra, donde dirigió diferentes intervenciones en necrópolis Ibéricas así como de varios megalitos en Galicia. En 1927 descubrió las ruinas de lo que debió ser la basílica episcopal de Bobastro (Málaga), de época alto medieval, siendo considerada aun hoy como una de los pocos ejemplos de basílicas mozárabes en al-Ándalus.

Para aquellos que se inician hoy en las diferentes disciplinas arqueológicas donde existen divisiones metodológicas dependiendo del periodo en el que se trabaja: prehistoria, romana protohistoria o medieval, puede sorprender como los arqueólogos de principios de siglo lo mismo intervenían en un yacimiento prehistórico que excavaban una iglesia visigoda. No existía una diferenciación metodológica, simplemente se aplicaba el “ pico y pala” con el mérito que tenían estos profesionales de conocer una gran cantidad de materiales de diferentes épocas. Sin embargo, Mergelina no solo se limitaba a excavar sino que aplicaba un riguroso método de clasificación y recogida de los materiales. De esta manera dentro del seminario de estudios de arte y arqueología de Valladolid creo un grupo dedicado a la arqueología visigoda pionera en su época e iniciando el germen de la arqueología medieval española.

Iniciada la Guerra Civil el comienzo del conflicto le coge excavando en Murcia desde donde se marcha a Madrid refugiándose en la embajada francesa, por temor a la represalias de los milicianos. Pasada las primeras semanas de peligro es destinado por el gobierno republicano a la Junta de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico. En 1937 ante la huida del gobierno republicano a Valencia, Mergelina es nombrado director de Museo Arqueológico Nacional, cargo que desempeñó hasta abril de 1939 cuando tras la instauración del gobierno franquista renunció al mismo.

Rector en Valladolid (1940-1952)

Tras el final de la guerra se inició un proceso de depuración política donde muchos testigos afirmaron que el propio Cayetano de Mergelina había escondido numerosas monedas y objetos de oro conservados en el museo para protegerlas de su saqueo. Su actitud en defensa del patrimonio fue reconocida por el gobierno franquista nombrándolo rector de la Universidad de Valladolid en 1939. Tras su nombramiento se encuentra que dicha universidad es poco más que un nido de escombros, por lo que comienza a trabajar para conseguir la reapertura de la misma en aquellos difíciles años de la posguerra, volviendo a dotar a la universidad de sus elementos básicos para el desempeño de las clases y la actividad docente, consiguiendo volver a abrir la universidad en 1940.

Su etapa de rector de la universidad vallisoletana abarcó desde 1939 hasta 1951, donde sobresalió su carácter emprendedor, fundando desde diferentes asociaciones de estudiantes en todas las ramas a una hermandad de penitencia. Sin embargo, no debemos olvidar que Mergelina es un arqueólogo amante del trabajo de campo del que no va a renunciar ni en los años de la posguerra. En 1939 el nuevo gobierno franquista organiza la Comisaría general de excavaciones arqueológicas. La función de dicho organismo consistía en controlar y organizar las diferentes excavaciones que se organizaran en España y la custodia y conservación en los museos provinciales de todos los materiales que aparecieran. Dicha institución se dividía a su vez en comisarías provinciales que eran las encargadas organizar las excavaciones. Al frente de la comisaría de Valladolid estaba el propio Mergelina. Dicho organismo con escasos medios económicos y materiales estaba muy politizado por el régimen y la Falange. Desde el punto de vista científico, Mergelina supervisó en esos años las excavaciones en la villa de Almenara de Adaja (Valladolid) el yacimiento romano de Becilla de Valderaduey (Valladolid) y la necrópolis visigoda de Alcazarén.

Regreso a Murcia (1952-1062)

En este clima donde premiaba más los contactos políticos que la profesionalidad, terminó con la inexplicable destitución en 1952 de dicha comisaría y su traslado a la comisaría provincial de Murcia. Sobre este traslado existen diferentes versiones. Por un lado algunos autores piensan que se trasladó a Murcia por motivos familiares, no olvidemos que su mujer era de Yecla y durante la guerra habían sufrido una dura separación al quedar Mergelina en Madrid. Otra versión del traslado apunta a la depuración de los antiguos rectores nombrados al terminar la guerra por otros más afines a la falange. En este proceso en el cual Mergelina no se vio demasiado afectado, intervino la figura del ministro Laín Estralgo y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, fundado a expensas del Opus Dei. En consecuencia, puede que en este traslado se dieran varios factores que determinaron su vuelta a Murcia.

La realidad es que Mergelina es nombrado catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Murcia cuando contaba con 60 años. Durante esos años impartió clases hasta que se jubiló en 1960. Su actividad como arqueologo continuó retomando su interés por la prehistoria y la civilización ibera con la que inició su carrera científica. Después de su jubilación se trasladó definitivamente a Yecla sonde falleció en abril de 1962. La noticia de su muerte fue recogida por el diario ABC, que publicó su esquela. Su amigo Antonio Garcia Bellido le dedicó poco después una pequeña semblanza en la revista Archivo Española de Arqueología, donde resaltaba su capacidad para la organización en el trabajo y sus logros en la Universidad de Valladolid.

Su obra fue reconocida en vida con numerosas condecoraciones como la gran cruz de plata de Alfonso X el sabio, la pertenencia a la Real Academia de la Historia y a la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, entre otras. Sin embargo el último reconocimiento a su trabajo tuvo lugar el pasado 1 de junio de 2012 cuando se inauguró por parte de la Reina Sofia el Museo Arqueológico de Yecla "Cayetano de Mergelina", donde se exponen una colección de 719 piezas. Desde el CECONOCA, creemos que es necesario difundir la figura de tan eminente científico nacido en Sanlúcar, así como un futuro reconocimiento a su obra en su ciudad natal, para que no quede en el olvido.

José Mª Hermoso Rivero




















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