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20 ago 2010

¿Qué le falta a la política?

Abel González Luna
“Honradez”, fue la rotunda y decidida respuesta de José A. Segura (“Johnny” como le gusta ser reconocido por su entorno de amistades) ante tal dilema. Es cierto, falta honradez en nuestros políticos.
De lo contrario no alcanzo a entender cómo el ayuntamiento y las empresas municipales se han convertido en un negocio familiar del que pretenden formar parte un sinfín de jóvenes y no tan jóvenes: la panacea del empleo local. Familias enteras y amistades cercanas vinculadas a las distintas siglas políticas que han gestionado nuestro consistorio durante la democracia colapsan las listas de funcionarios públicos y van “heredando” las vacantes que se originan con total naturalidad ante la impasible mirada de los conciudadanos. “Todos hacen lo mismo” me han respondido conocidos que disfrutan de este status. (...)
La falta de políticas que generen empleo han convertido los partidos en atractivos paneles de rica miel en torno a los cuales se congregan oportunistas, ineptos, desempleados o simplemente padres y madres preocupados por la inestabilidad laboral de sus hijos e hijas. La política se ha convertido en un trabajo, los concursos-oposiciones en una bicoca con nombres propios. Hubiera sido terriblemente fácil establecer un sistema de contratación que acabara con el clientelismo y la injusticia, aunque hasta ahora ningún primer edil sanluqueño se ha atrevido a llevar a cabo una reforma seria. El famoso Capitulo I de los presupuestos municipales sigue creciendo, pero nadie se atreve a tocarlo… sería una sangría de votos perdidos.

Sí, honradez. Hay que predicar con el ejemplo… si me ponen una multa la pago y no busco al familiar o “amiguete” de turno para que me la quite; no hace falta que me hagas “regalos” o seas amigo mío para tramitarte documentos, para atender tu demanda, para sacar la licencia que has solicitado a tiempo; para conceder una ayuda a tu asociación, para atender las peticiones de tu barrio; si quieres optar a una contratación demuestra que eres el más cualificado
“Honradez, sí, pero por encima de eso… corazón, que implica empatía. Eso es lo que falta en política”. Fue mi replica a la conjetura de Johnny. No hagas lo que no quieres que te hagan. ¿A quién le gustaría que le negaran a su hijo un puesto de trabajo si ha demostrado ser el más capacitado? ¿… que concedieran una plaza en el asilo al padre de otro en vez de al tuyo por el simple motivo de ser conocido o familia de fulanito? ¿… que cerraran tu local, aun cumpliendo las ordenanzas, y no lo hagan con otro (amigo de tal) que las incumplen? ¿… que no le concedan una subvención porque se la dan a otra asociación afín a tal partido? …¿... que limpien las calles o cuiden los jardines de tal urbanización porque "políticodecual" vive allí
Cuando alguien tiene corazón y decide voluntariamente trabajar por el bien común no entiende de amistades o afinidades políticas, sino de justicia, honradez, necesidad y solidaridad, ni está más pendiente de captar futuros votantes para perpetuar su posición de poder que de resolver los asuntos que realmente urgen a la ciudad. Si nuestros políticos hubieran tenido mejor corazón (y capacidad, por supuesto) seguro que la realidad actual de Sanlúcar sería bastante diferente.
Abel González Luna

2 comentarios:

berengario dijo...

Buen articulo sr Abel , pero no se le olvide, todo está perdido cuando los malvados sirven de ejemplo y los buenos de mofa.Un saludo.

Anónimo dijo...

Claro, clarísimo. Ahora hay que ver cómo se afronta el futuro con esta estructura de poder. Los funcionarios forman un bastión que son el propio estado; y en ellos reside la estabilidad del sistema. ¿Qué ocurrirá ahora que no hay recursos para mantenerlos..?