Desde tiempos inmemoriales, existe en el litoral gaditano-onubense un manejo agrícola singular de los sistemas dunares, los navazos. Este alcanzó gran perfeccionamiento y sofisticación en Sanlúcar, donde se generalizó su uso en el siglo XVII como forma de contención de las dunas que amenazaban a la población. La cuestión de su origen en el litoral gaditano está aun abierta por diferentes disciplinas como la arqueología, historiografia o etimología, apuntándose la importancia de su vinculación cultural con las vides en arenas (con restos arqueológicos del siglo V antes de cristo), los textos Romanos de Columela, Consejos de Magon (textos cartagineses) o la vinculación etimológica con el termino “nava o navajo” perteneciente a un sustrato lingüístico más amplio que el vasco de las lenguas ibéricas prerrománicas.
Los navazos de Sanlúcar despiertan un gran interés desde la ilustración, apareciendo en infinidad de documentos como semanarios, enciclopedias, manuales, tratados, tesis o exposiciones a lo largo de todo el siglo XIX y XX. Los navazos han tenido por tanto grandes conocedores y divulgadores como Simón de Rojas Clemente, Joaquin Acosta, Salvador Ceron, Torrejon Boneta, contribuyendo también a dar a conocer nuestra tierra en estos entornos científicos e intelectuales.
El navazo puede ser definido como un agroecosistema tradicional que se integra en los sistemas dunares litorales y que mediante la modificación humana aprovecha las ventajas agronómicas de los espacios interdunares; humedad y fertilidad. La modificación consistía en ampliar, resguardar y allanar estos espacios acercándolos al nivel freático. La importancia de los agroecosistemas tradicionales es que son fruto de una coevolución a lo largo del tiempo entre el ecosistema local y el manejo cultural en un tiempo en el cual la ausencia de una gran fuente de energía como la fósil había que suplirla con conocimiento transmitido de generación en generación. Conocimientos y manejos que han generado semillas, variedades y técnicas fuertemente adaptadas y vinculadas a las condiciones locales.
Por ello, el manejo tradicional de los navazos estaba lleno de eficiencias energéticas. El riego accionado por las mareas en los navazos mareales, su interconexión para evacuar el exceso de agua, los respaldos de los vientos mediante los “vallaos” que además inmovilizaban las dunas, son muestras del perfeccionamiento alcanzado por este singular sistema. Esta eficiencia ecológica ha permitido una alta coexistencia con especies de animales como el camaleón, o de infinidad de plantas, en un entorno tan amenazado como el litoral gaditano.
Existen algunos ejemplos de aprovechamiento de los espacios interdunares a lo largo del globo como son las Masseiras en Portugal (con origen en el siglo XIX y premio Slow Food 2001 a la biodiversidad) o los Mawasi en Palestina, destacando el perfeccionamiento alcanzado por los navazos en sus siglos de evolución por sus elementos de interconexión y delimitación.
El reconocimiento actual de la importancia de restaurar los sistemas dunares litorales por su importancia ecológica precisa de un paso más, proteger sus usos culturales tradicionales. El reconocimiento del navazo como patrimonio es una magnifica oportunidad para explorar y visibilizar las siempre fuertes relaciones entre cultura y biodiversidad. Contribuiría en devolverle a lo que consideramos hoy cultura su vínculo territorial y comunitario, poniendo en valor otras formas de conocimiento a cuyos portadores les hicimos creer incultos. Además sabemos que son en estos agroecosistemas tradicionales donde vamos a encontrar infinidad de elementos para la reconstrucción de la sostenibilidad agrícola y alimentaria.
La industrialización agrícola no ha sido su mayor enemigo hasta la fecha y sí el avance urbanístico que ha sepultado bajo el asfalto probablemente a los mas valiosos. Pero aun quedan navazos mareales como el caso del situado en las inmediaciones del Baluarte de San Salvador, Bien de Interés Cultural que, entendemos, obliga también a la protección de su entorno; dunas y navazos. O los navazos anexos a Las Piletas con sus sistemas dunares en restauración, una magnifica oportunidad para restaurar sus navazos aledaños. La conservación de estos enclaves más urbanos es compatible tanto con una utilidad social como educativa, el ocio y el turismo.
Pero también son importantes navazos no mareales como los de los LLanos de Bonanza o La Colonia de Monte Algaida que también sería importante reconocer y poner en valor mediante la protección de sus elementos (tollos y vallados), restauración del paisaje y vinculación de las producciones a su singularidad.
El reconocimiento en julio del pasado año de Sanlúcar como municipio Reserva de la Biosfera supone una responsabilidad y oportunidad para los usos tradicionales del territorio:
“Las Reservas de la Biosfera deben combinar tres funciones: conservación de los paisajes, los ecosistemas, las especies y la variación genética; fomento de un desarrollo económico y humano sostenible desde los puntos de vista sociocultural y ecológico; (..) La principal novedad que la figura de protección de Reserva de la Biosfera introduce en el panorama de la conservación es la de considerar, no ya sólo la protección de los elementos naturales existentes sino también la protección de formas tradicionales de explotación sostenible de los recursos naturales” (Real Decreto 752/2010, primer Programa de Desarrollo Rural Sostenible para el período 2010-2014)
Por todo ello, los abajo firmantes se adhieren al presente manifiesto para que conste el apoyo ciudadano a la preservación de los navazos y sea considerado por las oportunas administraciones en pro de la conservación, restauración y puesta en valor de los navazos como patrimonio singular sanluqueño. Para ello se hace necesario dotarlos de alguna figura de protección, como por ejemplo los GIAHS de la FAO-UNESCO al mismo tiempo que vertebrar una eficaz tutela del patrimonio por nuestras administraciones.

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