Cristóbal Orellana
El próximo día 6 de agosto de 2012, a las 20,00h., la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía (http://redantimilitarista.wordpress.com ) ha convocado en la localidad de Rota una nueva edición, la número 12, de la llamada Marcha del Silencio. Se trata de un acto político, de contestación social, pero a la vez de un cierto recogimiento interior, donde ecologistas, sindicalistas, pacifistas, gentes del 15M, feministas, activistas de los Derechos Humanos y de la Solidaridad Internacional, ciudadanía en general, recorreremos las calles para, justo delante de la Base Aeronaval de Rota, expresar nuestra solidaridad y nuestro recuerdo de las víctimas de los genocidas bombardeos atómicos, en 6 y 9 de agosto de 1945, de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, causando 140.000 muertes en el primer caso y 40.000 en el segundo.
Pero todos y todas somos víctimas potenciales de las armas atómicas de EE.UU., Rusia, China… Existen estudios recientes sobre esta cuestión:
“Hambruna Nuclear: Mil millones de personas en situación de riesgo. Impactos globales de una guerra nuclear limitada sobre la agricultura, los suministros de alimentos y la nutrición humana”, fue publicado por la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear de Estados Unidos…
Así como hay más información en webs conocidas como la de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares: http://www.icanw.org/
Estados Unidos, desde la Base Aeronaval de Rota y desde la aérea de Morón, sigue manteniendo sus arsenales atómicos activos y sus sofisticadas tecnologías (como el escudo antimisiles) de apoyo a la guerra nuclear. También el Reino Unido, desde la base de Gibraltar, hace lo mismo en defensa de sus egoístas y peligrosos intereses en el Mediterráneo y Oriente Medio... intereses que han tenido recientemente en Libia un claro ejemplo –todo por el petróleo…– de militarismo sin tapujos.
La Marcha del Silencio es, efectivamente, un ejercicio políticamente consciente y éticamente crítico a favor de una memoria histórica de Paz que no sólo trata de no olvidar la inhumanidad de aquéllas armas nucleares y la dignidad de las víctimas, sino también de una memoria histórica de Desarme que, fundadamente, se erige en advertencia de los riesgos reales que hoy comportan tanto los arsenales de destrucción masiva como la presencia de EE.UU. en esta zona y la instalación del escudo antimisiles en la Bahía de Cádiz. No hay más que ver, y querer comprender, este vídeo del primer ministro ruso Medvédev para darse cuenta del peligro que estamos corriendo: http://www.youtube.com/watch?v=E-b2hLn7kgU .
La Marcha del Silencio quiere ser, efectivamente, desde la Noviolencia, un NO activo, un no ético y político frente a la misma existencia de estas Bases y a su capacidad atómica. La legítima necesidad de trabajo y empleo digno para quienes vivimos en el entorno de la Base no puede ser nunca una justificación a la existencia de esta monstruosidad. Ningún gaditano ni gaditana aprueba en su fuero interno la existencia de armas de destrucción masiva y su gestión desde la Base de Rota por mucho que Chaves o Griñán, expresidente y presidente de la Junta de Andalucía respectivamente, vengan a explicarnos las bondades del escudo antimisiles.
En mi opinión, esta crisis que ahora estamos sufriendo como consecuencia de los antisociales y antidemocráticos recortes que están imponiendo el gobierno y los intereses financieros a la población -que ya está padeciendo los gravísimos efectos de dichos recortes en un grado más que alarmante- mantiene con la estrategia militar nuclear tres ejes de relaciones que conviene tener en cuenta: a) las armas atómicas, lo mismo que las decisiones sobre los recortes, se construyen, mantienen y usan al margen de los parlamentos y la voluntad ciudadana, b) los arsenales de destrucción masiva pueden seguir sosteniéndose en la misma medida en que se detraigan -para sostenerlos- fondos públicos de sanidad, educación, vivienda, empleo, cuidado del medio ambiente... es decir, las armas atómicas, químicas y biológicas, se sostienen directamente con recursos económicos que no se están aplicando a crear empleo o a salvar vidas humanas en tantos y tantos países del mundo, y c) las armas nucleares y los recortes sociales vienen a ser la cara y la cruz de un mismo sistema económico y político, fundado en la extorsión militar y la insolidaridad social, que tiene como objetivo el enriquecimiento de unos cuantos mediante el empobrecimiento o la muerte de muchos. Tanto la llamada crisis como las armas nucleares pivotan sobre el arma más poderosa que conoce la humanidad a través de los tiempos: el miedo.
El ocultismo, el despilfarro económico, el miedo, la devastación del medio ambiente y de la vida humana, etc., son las claves que rigen la lógica interna tanto de la estrategia nuclear (civil y militar) como del desarrollo de esta crisis por la que estamos atravesando no solo nosotros, sino la ciudadanía de muchos otros países que dependen (que hacemos depender a la fuerza) de nuestra economía. Las bases de Rota, Morón y Gibraltar deben ser desmanteladas y sustituidas por alternativas económicas viables. Porque nadie en su sano juicio puede aceptar las armas nucleares y las tecnologías (como el escudo antimisiles) que hacen posible el mantenimiento de la amenaza atómica sobre la humanidad.
Frente a la crisis y las armas nucleares, dos caras de un mismo sistema social fundado en el miedo, podemos oponer lo único que las puede parar: nuestra conciencia crítica y nuestra presencia en la Marcha del Silencio el próximo lunes día 6 de agosto.
Cristóbal Orellana
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