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1 ago 2010

La ley de alejamiento ¿es siempre justa?

Manuel Gaitero Rosado
No sé si es atrevimiento, fruto del desconocimiento del mundo judicial, pero me voy atrever a poner algún “pero” a esta ley cuando afecta a las relaciones de padres e hijos. Pienso que en algunos casos esta ley puede resultar deshumanizante. Y si es así, la ley debe ser cuestionada.
Estoy pensando en un caso concreto conocido de cerca y desde las dos orillas; desde la madre y desde el hijo. Estoy seguro, que está ley ha podido salvar más de una vida, la del más débil, es decir, de la parte que ha sufrido ya la amenaza de muerte de forma verbal o con algún intento físico de violencia. (...)
Pero, a pesar de esta realidad, creo que toda ley puede ser revisada y humanizada en casos concretos. Estoy pensando en un hijo en prisión por denuncia por parte de la madre al sentirse amenazada de muerte. En el presente ambos están profundamente arrepentidos, tanto ella por la denuncia que causó la prisión y la ley de alejamiento, como él que reconoce justa su prisión. Pero ambos reconocen que actuaron sin la voluntad del corazón, sino alocados, uno por el efecto de la droga y el alcohol y ella por el miedo a una situación que le hizo temer por su vida. Por parte de ambos ha existido una situación incontrolable y de evidente disminución de la voluntad.
Salvo que se haga una lectura fundamentalista de la ley, no se entiende que no se escuche ahora, ya desde la calma, el llanto de esta madre que a pesar de todo quiere ver a su hijo, y el no menos arrepentido llanto del hijo que una y otra vez sólo sabe pedir perdón a la madre y reconocer que su prisión es justa y debe cumplirla. Sólo quieren poder verse por la comunicación absolutamente segura, que ofrece el Centro Penitenciario, a través de una pantalla de cristal. Esta comunicación no ofrece absolutamente el menor riesgo, a diferencia de la ley de alejamiento que pone como seguridad un número de metros que siempre pueden ser traspasados y la prueba es que bastantes mujeres han encontrado la muerte dentro de esos límites o más lejos aún.
Pienso que no es justo castigar a la madre que, a pesar de todo, siempre quiere ver a su hijo, y sobre todo no se está dando un solo paso para la reconciliación. Esta situación deshumanizante, está impidiendo que el sólo verse, salvando siempre la seguridad, pueda contribuir al nacimiento o restauración del amor del hijo a su madre. Una ley así es evidente que está hecha sin corazón.
Desde AMUCOD ( Asociación de madres unidas contra la droga)

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